Las autosugestiones son mensajes positivos que nos damos tras conseguir un estado de relajación y conexión interior. Estos mensajes quedan fijados en nuestro cerebro asociados a esta sensación de relajación y nos ayudan a actualizar nuestros programas mentales para afrontar/modificar conductas que deseamos cambiar. Si, por ejemplo, ante situaciones donde voy a ser evaluado, tiendo a tener pensamientos negativos del tipo: lo voy a hacer mal, yo no puedo, etc (debido seguramente a que recibimos mensajes similares en la infancia), la emoción que se desencadenará será una respuesta ansiosa. De lo que se trata con la autosugestión es de fijar mensajes positivos que vengan a sustituir esos pensamientos negativos y nos conecten a una respuesta de relajación para poder hacer frente con mayor eficacia a la situación. En el ámbito de las adicciones pueden ser útiles para enfrentar situaciones que podrían conllevar riesgo de recaídas.

Las autosugestiones nos aportan tres cosas:

  1. Determinación para hacer aquello que deseamos hacer.
  2. Claridad respecto al nuevo comportamiento que queremos lograr.
  3. Motivación y fuerza para salir de la comodidad del programa mental conocido y afrontar con optimismo los retos.

Para que una sugestión positiva y auto-administrada sea eficaz, deberemos tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • Debe incorporarse en un estado de serenidad: nos ayudará una música tranquila y técnicas de relajación y respiración.
  • Debe estar formulada en tiempo presente: por ejemplo, «disfruto de pasear por mi barrio sin ir a consumir alcohol».
  • Debe ser enunciada en sentido afirmativo: por ejemplo, en lugar de «no me agobio en la entrevista de trabajo», sería más adecuado decirse: «comento mi formación y experiencia con serenidad y confianza».
  • Debe ser específica y detallada: por ejemplo, en lugar de decir «me relaciono bien con la gente», podríamos decirnos «participo en las conversaciones explicando mis puntos de vista y escucho los de los demás».
  • Debe ser estimulante y motivadora, utilizando palabras que nos conecten con emociones positivas.
  • Debe ser realista, teniendo en cuenta nuestras limitaciones reales: si soy una persona introvertida, no me diré «soy el alma de la fiesta» sino por ejemplo, «disfruto de la fiesta conversando con algunas personas tranquilamente».

Esta semana he trabajado con sugestiones con Puri y Carlota (obviamente, para mantener la confidencialidad, estos no son sus nombres reales).

Una de las cosas que puede hacer recaer en el alcohol a Puri es el manejo de la rabia. Aprendió de pequeña a tragársela, a hacer lo que le dijeran y a tener más en cuenta las necesidades de los demás que las suyas propias. En la actualidad, mantiene ese patrón dañino para ella y le cuesta establecer límites con los demás. Tiende a formar pareja con hombres maltratadores y ahoga su rabia en alcohol.

Durante esta semana ha ido recogiendo piedras que representan a esas piedras que habría arrojado a alguien pero que, sin embargo, de alguna manera se las ha arrojado a ella misma haciéndose daño con el consumo de alcohol y otras conductas destructivas.

Hemos ido hasta el río. Caminaba cargando estas piedras en una bolsa con la mano izquierda (la parte emocional) e iba poniendo atención al peso y la dificultad que le suponía cargar con ellas.

Una vez en el puente, las ha arrojado una por una expresando a quien iba dirigida y porqué, soltando su rabia en lugar de tragársela. Al terminar se sentía aliviada y con una profunda sensación de amor hacia ella misma así como ganas de cuidarse y pensar en ella. Hemos trabajado una sugestión «me amo a mí misma y me cuido por encima de todo», que ha elegido ella, y la hemos asociado a esta sensación corporal de paz/alivio y amor hacia sí misma. Dejándosela sentir y con las manos sobre su corazón, ha repetido 10 veces en voz alta esta sugestión. Después hemos caminado hasta la fuente que hay junto al río y hemos «anclado» esta sensación al gesto de beber agua.

Las anclas en Programación Neuro Lingüística consisten en estímulos visuales (un color, un paisaje, una foto), auditivos (un sonido, una palabra) y/o kinestésicos (un objeto, una caricia, una sensación térmica) que conectan con un determinado estado o emoción (confianza, tranquilidad) con el que previamente se han «anclado». Así, al provocar uno de estos estímulos, despertamos ese estado o emoción. Se trata de que Puri, en situaciones difíciles, como en las que ella se sienta ofendida por alguien, pueda -bebiendo agua, al tiempo que repite la sugestión- esa sensación de paz y amor hacia sí misma y consiga enfrentarse a esa situación desde otro lugar que no sea el de hacerse daño a sí misma.

Carlota llegó al Centro muy deteriorada físicamente y prácticamente empujada por la familia. Parecía haber perdido totalmente las ganas de vivir. Poco a poco ha ido recuperando la ilusión a medida que avanza hacia el perdón de sí misma.

Hoy ha venido muy ilusionada con su primera salida de fin de semana y con muchas ganas de reparar daños, de dejar atrás las conductas autodestructivas y, en definitiva, de vivir.

Aprovechando el solecito hemos salido fuera, se ha descalzado y ha conectado con la sensación de estar en la vida, de estar enraizada a la tierra. Mirando el camino que serpentea entre las montañas ha iniciado un diálogo con su propia vida expresándole sus ganas de tomarla. Después, hemos anclado esa sensación a una sugestión que ella ha creado: «afronto el día a día con ilusión y positividad», repitiéndola 10 veces. Tras ello, hemos asociado también el gesto de lavarse la cara como símbolo de limpieza, de purificación y renacimiento. Así, ante situaciones complicadas que podrían conllevar riesgo de recaída, puede realizar ese gesto de lavarse la cara mientras repite la sugestión para así activar esa sensación de ilusión, positividad y ganas de vivir.