Os hablaré en este artículo de cómo la relación que tenemos con la autoridad, por ejemplo con nuestro jefe, suele tener mucho que ver con cómo nos relacionamos con nuestro padre (o con quien ejerciera esa función).
Definimos autoridad como la facultad o derecho de mandar a una persona o grupo de personas.
Se supone que la persona con autoridad tiene más experiencia y puede orientarnos mejor en un área o áreas determinadas.
Su función es la de lograr que se cumplan ciertas normas para el bien común.
La primera relación de autoridad es la que establecemos con nuestros padres. En nuestra sociedad actual, hasta ahora, está facultad la ha encarnado sobre todo la figura paterna.

Pedro acude a terapia por ataques de ansiedad vinculados a malestar en el ámbito laboral. Su jefe cada vez le exige más. Él se ve desbordado de trabajo, pero no sabe decir que no e incluso a veces se ocupa de temas que no le corresponden sin que se lo pidan. Es consciente de que es él quien debe cambiar su manera de actuar, pero no sabe cómo hacerlo.
A lo largo de las primeras sesiones va descubriendo que está manera de relacionarse con su jefe, sin poder establecer límites y realizando más tareas de las que le corresponden, tiene mucho que ver con la relación con su padre.
Tuvo un padre muy exigente que siempre creía que sus hijos podían hacer más de lo que hacían o hacerlo mejor. Además, trabajaba mucho, por lo que no pasaba apenas tiempo con ellos.
Pedro verbaliza que hubiera necesitado que, alguna vez, le mostrará que estaba orgulloso de él. Se da cuenta de que sigue buscando ese reconocimiento que no tuvo y ve que esto se está repitiendo con su jefe.
Poco a poco, estamos trabajando el dolor de su niño interior para sanar esta herida y que él mismo se proporcione este reconocimiento.
Poco a poco, va pudiendo decidir qué quiere hacer y qué no con mayor libertad. A veces, decide asumir una tarea que no le corresponde, pero teniendo en cuenta su salud y sus propios límites. Decide desde su voluntad y no para obtener «la palmadita en la espalda».
Si tú también necesitas relacionarte de otra manera con la autoridad y necesitas ayuda, reserva tu cita. Te espero para acompañarte