El carnaval es una fiesta muy popular en la que están presentes la música, el baile y, sobre todo, los disfraces. A la mayoría de los niños les encanta esta celebración y les encanta disfrazarse, pero no siempre es así. ¿Qué podemos hacer al respecto?
En primer lugar, por supuesto, respetar si el niño/a no quiere disfrazarse. Y en el caso de los bebés, ponerles un disfraz que les sea cómodo. Por muy monos que estén disfrazados de león, tal vez la capucha u otros elementos les agobien.

Disfrazarse permite experimentar con diferentes personalidades y roles, fomenta la empatía y ayuda a desarrollar la imaginación, la creatividad, la autoestima y las habilidades sociales.
El interés por disfrazarse suele aparecer junto con el juego simbólico, alrededor de los 3 años. Los disfraces les ayudan a meterse más en el papel cuando juegan a ser piratas, princesas, médicos, cocineros,…
Sin embargo, hay niños que tardan más en disfrutar de este tipo de juego por cuestiones evolutivas o de personalidad. Incluso hay peques que no llegan nunca a disfrutarlo. Se sienten incómodos al ver su imagen trastocada, experimentan timidez, miedo o incluso ansiedad.
Si los obligamos a disfrazarse o los presionamos o chantajeamos para convencerlos , todavía conseguiremos aumentar más su rechazo.
¿Qué podemos hacer entonces?
-Podemos preguntarle cómo le gustaría celebrar a él/ella la fiesta. Tal vez sí que quiera ir a ver la rúa o ponerse un pequeño complemento pero no disfrazarse totalmente.
-En casa, durante todo el año, no solo en carnaval, puedes poner un baúl con disfraces o complementos para que los pueda utilizar si quiere.
– Y, sobre todo, cómo comentaba antes, respetar su decisión; así les enseñaremos la importancia de respetar las decisiones de los demás, además de ayudarles a fortalecer su autoestima.
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