Los niños, para un desarrollo integral óptimo, no solo necesitan cuidados físicos básicos, sino también que atendamos sus necesidades afectivas, reforzando el vínculo familiar y fomentando un entorno de amor, diversión y exploración.

Jugar y hacer excursiones en familia son una buena forma de conseguirlo. Les ayudaremos en su desarrollo, crearemos recuerdos duraderos y fortaleceremos los lazos familiares.

Una salida muy emocionante suele ser la de ir a ver la nieve.

Ir a ver la nieve con tu bebé es una experiencia maravillosa que les permite aprender a disfrutar y conectar con la naturaleza, promoviendo el respeto y el cuidado del medio ambiente.

La nieve ofrece una experiencia sensorial única: su textura suave y fría, el poder formar bolas, el sonido al pisarla, el deslizarse sobre ella,…Está estimulación sensorial de los sentidos favorece el desarrollo sensorial y cognitivo de tu bebé y su capacidad de descubrir el mundo que lo rodea.

También fomentaremos el desarrollo de la conciencia corporal y la coordinación motora al manipularla o caminar y gatear sobre ella.

Tú criatura observará, además, los cambios que se producen en el entorno y experimentará con el clima y las estaciones.

En la nieve todos solemos sacar el niño o la niña que llevamos dentro y es un escenario que nos impulsa a jugar.

El juego es la forma natural de aprendizaje de los niños y es crucial para su desarrollo físico, emocional y cognitivo. Al jugar con tu bebé, estás estimulando su creatividad, imaginación, resolución de problemas y habilidades sociales. Además, cómo ya he ido comentando, el juego en familia promueve el apego seguro y refuerza el vínculo afectivo entre padres e hijos.

Eso sí, es importante tomar algunas precauciones al llevar a tu criatura a  la nieve. Asegúrate de que esté adecuadamente abrigado, aunque no excesivamente para que no sude. En la montaña la radiación solar es más fuerte, así que no te olvides del protector solar.

No lo expongas excesivo tiempo al frío. Escoge las horas centrales del día y una fecha en la que la temperatura no sea muy extrema.

Por último, observa a tu bebé y atiende a sus señales de incomodidad si estás aparecen. Y, sobre todo, ¡disfruta de la experiencia!