Esta semana en el Centro cívico Can Borrell hemos trabajado la escucha y el darse cuenta.

El darse cuenta es el proceso a través del cual podemos saber un poquito más acerca de lo que sentimos, percibimos y pensamos en el momento presente. Se trata de un proceso atencional que nos permite reconocer lo que nos está pasando mientras nos está pasando.

Actualmente vivimos excesivamente en nuestra mente y estamos pensando en mil cosas mientras realizamos cualquier actividad. ¿No os ha ocurrido que paséis por un lugar por donde habéis pasado muchas veces y descubráis algo nuevo que, en realidad, siempre ha estado ahí?. Vamos por la vida en muchas ocasiones en piloto automático. Seguro que conocéis la frase de John Lenon que dice “la vida es aquello que sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes”.

En este proceso podemos distinguir tres zonas de darse cuenta:

  • El darse cuenta del sí mismo o de la zona interna. Comprende todas aquellas sensaciones, emociones y sentimientos que suceden dentro de nosotros, en nuestro organismo. Nos permite ponernos en contacto con nosotros mismos.
  • El darse cuenta del mundo o de la zona externa. Nos permite ponernos en contacto con los objetos y acontecimientos del mundo que nos rodea, de todo aquello que está fuera y de lo que ocurre más allá de nuestra piel. Tiene relación con el contacto sensorial.
  • El darse cuenta de la fantasía o zona intermedia. Incluye toda la actividad mental que va más allá de lo que sucede en el presente (recuerdos, fantasías, pensamientos,…). Nos permite ponernos en contacto con nuestras fantasías.

Trabajar en este proceso es clave para poder ser conscientes de lo que nos pasa y de lo que necesitamos. Así, podremos dirigirnos hacia aquello que deseamos y/o alejarnos de lo que no nos sirve o nos hace bien. Para ello es necesario pararse (cosa que solemos hacer más bien poco en nuestra sociedad actual).

Marcelo Antoni, en su libro “¿De qué te das cuenta?” propone un ejercicio que considero muy útil para profundizar en el darse cuenta de la experiencia. Lo denomina “el ascensor de Marcelo”. ¿Te animas a entrar en él?.

Para entrar en el ascensor es importante empezar con un breve centramiento. Cierra los ojos, centra la atención en tu respiración observando como el aire entra y sale sin cambiar nada, reconoce los ajustes posturales necesarios para agudizar tu atención y prepárate para visitar con este ascensor diferentes pisos que corresponden a distintos niveles de la experiencia.

En primer lugar, profundiza en el darte cuenta del nivel corporal. La pregunta sería ¿qué noto?. ¿Qué sensaciones observas en tu cuerpo?. ¿Hay alguna parte que se te haga presente? ¿Qué notas ahí? ¿Es una sensación agradable o desagradable? ¿Qué forma tiene esa sensación? ¿Se mueve?¿Es dura o blanda?. Por ejemplo el otro día Carmen (llamaré así a una clienta de mi consulta) me decía: “siento un nudo en el estómago, es como una bola de pelo, necesitaría tirar de ella e ir sacándola por la boca, me oprime”.

El segundo “piso” a visitar es el darte cuenta del nivel emocional. La pregunta sería ¿qué siento?. Esa sensación que notas, ¿a qué emoción o emociones te conecta? ¿En qué zona de tu cuerpo la sientes?. Siguiendo con el ejemplo de Carmen: “siento agobio y rabia. El agobio lo siento en la cabeza, noto presión y la rabia en las manos, necesito moverlas”

Por último, puedes dirigirte al “piso” del darte cuenta del nivel cognitivo. La pregunta cognitivoaquí sería ¿qué pienso?. ¿qué es lo que te dices en cada una de estas emociones? ¿qué pensamientos observas?. Y cito una vez más las palabras de Carmen: “estoy harta, no puedo más, mis padres me agobian, no tienen en cuenta todo el trabajo que tengo y sólo hacen que pedirme cosas, también mi compañera de trabajo me agobia explicándome todo el día sus problemas y tengo tanto que hacer estando ahora en dos trabajos…mandaría a todos y a todo a paseo y me iría a viajar por ahí”.

A través de este ejercicio podemos conocer qué nos está pasando, qué necesitamos y qué podemos hacer para lograrlo. Carmen pudo ver la necesidad de poner límites y su dificultad para hacerlo debido a su exigencia y el querer agradar a los demás. Pudo ser consciente de cómo es ella la que se presiona a ella misma para llegar a todo y tenerlos contentos a todos, pudiendo entonces responsabilizarse (en lugar de responsabilizar a los demás) y pensar qué pasos seguir para lograr mayor bienestar en su vida.